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SIMULACROS DEL “ESTAR JUNTOS” O EL ARTE DEL HILVÁN (*).

 Por Guillermo Cacace

            Me gusta la idea se sabernos una costura provisoria.

 

            Muchas veces los recursos de la dramaturgia, del guión, de la puesta en escena teatral, de la edición audiovisual son los que formulan la ilusión de que los personajes se vinculan unos con otros. El vínculo aparece dado por lo que el público infiere del relato (es la amiga de… es el padre de…), por lo que la puesta en escena o la edición relaciona espacial y rítmicamente. Pero si uno disecciona los entramados, muchas veces encuentra actores trabajando en la más absoluta soledad dentro de esos dispositivos. El actor está salvando “su parte” (esto no quiere decir que otras prácticas no lo hagan, sólo que aquí nos interesa hablar de actuación). Es decir, delega a instancias exteriores su propio trabajo de establecer las conexiones, los lazos que plantea un material. Con “suerte”, en algunos casos, lo vinculante aparece como preocupación formal y hasta puede haber largos debates sobre la calidad de las relaciones entre los personajes de la escena. Entender esas relaciones no es lo mismo que jugarlas.

            Ahora bien, hay otra cualidad del “estar”, la del genuino “estar entre”.

Cuando uno asiste a esa modulación de la presencia en la actuación, se asiste a una afirmación política, se afirma la potencia de un cuerpo para otro cuerpo sin dependencia de lo que cohesiona desde el simulacro.  Claro que ese misterio de un cuerpo para otro cuerpo supone un trabajo descomunal. Supone operaciones discontinuas, ¿supone otro tipo de amor?

            Siempre me conmoverá ver a un actor modificarse con lo que otro actor le propone y me sigue desilusionando ver como algunos actores se aplican idénticos a sí mismos en cualquier circunstancia. Y no es sencillo entender que algunos actores se apropien de la mirada del público robándole la posibilidad de ver un todo… Porque algunos de esos actores nos han seducido durante largo tiempo y, en su elección o su imposibilidad de otra cosa, lo seguirán haciendo. Muchos de estos actores nos han distraído con fascinantes artificios. Lo han hecho protagonizando o en el supuesto “perfil bajo” de roles secundarios… Algunos no han recibido invitaciones a hacer otra cosa, otros no quieren hacer otra cosa, otros ya no pueden, otros dicen: ¿Y luego cómo vuelvo a trabajar si en adelante paso a necesitar de otros para producir actuación siendo que esto no es frecuente? Otros aceptan esta invitación sólo moralmente y entonces no han entendido esta invitación que no es moral. Como director siento que muchas veces fallé en cómo pedir este trabajo.

            Compleja es la tarea de desaparecer en la red, o aparecer sabiéndose eslabón y comprender la nobleza y/o “talento” de ese gesto. Resignar rostricidad. El gesto del hilván y su poder crear urdimbre.

 

 

Hilván (*) costura provisoria

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